Tokio estaba de todo menos «calmado» este viernes para el tercer concierto de Taylor Swift en la capital japonesa, su primera visita al país asiático en cinco años y tres meses y que ha dejado a sus aficionados «Enchanted».
El regreso de Swift a los escenarios nipones se produjo por todo lo alto con cuatro conciertos programados en el Tokyo Dome, el estadio más grande de la capital y con capacidad para 55.000 personas, que ha visto ya en sus tres primeras jornadas un lleno absoluto.
Además de ser su regreso tras la pandemia, también supone la primera vez que una artista extranjera y mujer actúa en el Tokyo Dome durante cuatro días consecutivos, una muestra del fervor que despierta Swift en el país asiático.
Horas antes de la apertura de puertas, los seguidores, muchos de ellos ataviados con ropa inspirada en alguna de sus «eras», hicieron cola frente al Tokyo Dome para comprar camisetas, pósters y otros artículos del tour, tomarse fotos y participar en el clásico intercambio de pulseras de la amistad entre seguidores -todas ellas hechas a mano-.
Los sombreros, botas de cowboy, flecos y lentejuelas también se alternaron en Tokio con elaborados kimonos de gatos -el animal favorito de Taylor- y otras ropas tradicionales japonesas, una forma de los seguidores locales de mostrar a la artista parte de su cultura.
A diferencia de otros conciertos, la cita en Tokio no tuvo teloneros por el límite en el horario de apertura del Tokyo Dome, pero esto no impidió a los fanes dejarse las cuerdas vocales en el estadio, mientras que la música se escuchaba con fuerza en las calles cercanas.
La cantante originaria de Pensilvania, al este de Estados Unidos, arrancó el concierto este viernes con ‘Miss Americana & the Heartbreak Prince’ y cerró con ‘Karma’, mientras que no hubo ningún cambio destacable en el listado de canciones ni en el orden de las mismas que ya había seguido en otras citas anteriores.
Como en otras ocasiones, Swift sí se guardó dos sorpresas bajo la manga, que en esta ocasión fueron las canciones ‘Superman’, del álbum ‘Speak Now’, y ‘The outside’, de ‘Taylor Swift’ (su disco de debut).
Taylor se entregó a su público con varias frases en japonés, aunque tuvo un percance en el que casi se cae de la tarima durante la canción ‘Cardigan’ tras lo cual dijo “he visto mi vida pasar frente a mis ojos”.
Tay-Kyo
«Tay-Kyo», una palabra que combina «Taylor» y «Tokyo», fue uno de los mensajes más repetidos por parte de los seguidores japoneses en redes sociales, que también se llenaron de fotos y vídeos del concierto, además de peticiones desesperadas para conseguir entradas de última hora.
A pesar de que la reventa de entradas es ilegal en Japón y se dificulta mucho la transferencia de las mismas, muchas webs se llenaron de ofertas estos días, en algunas ocasiones, por el doble o triple de su precio original, que ya oscilaba entre los 140 y 700 euros.
Se estima que el impacto de las cuatro actuaciones en Tokio de Swift será de 34 billones de yenes (210 millones de euros), según estimaciones de Mitsumasa Etoh, de la Universidad de Tokio, que incluyen la venta de entradas, productos comerciales y costes de transporte, además de otros gastos indirectos.
Por cada miembro de la audiencia, se estima un impacto económico de unos 150.000 yenes (942 euros).
Después de hoy, la vista está puesta en este sábado, cuando Swift celebra su último concierto en Tokio, una cita que está pegada a la final de la Super Bowl, que se celebrará el domingo en Las Vegas a las 18.30 hora local (23.30 GMT) y donde participa su pareja, Travis Kelce, de los Kansas City Chiefs.
Swift ha apoyado a Kelce en la mayoría de los partidos de la temporada y el deportista ha hecho lo propio con la cantante, acudiendo a varios de sus conciertos nacionales e internacionales, incluido uno en Buenos Aires, por lo que se espera que la artista vuele justo después del concierto para no perderse la cita deportiva.
Tras su muy posible paso por EE.UU., la artista viajará a Australia, donde tiene tres conciertos en Melbourne y cuatro en Sídney, antes de viajar a Singapur, con seis fechas y llegar a Europa.
EFE.