Las sofisticadas técnicas de disfraz presentadas en la saga cinematográfica Misión imposible, protagonizada por Tom Cruise, tienen más en común con la realidad de lo que muchos espectadores podrían imaginar.
Así lo aseguró Jonna Mendez, ex jefa de disfraces de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), durante una entrevista emitida este miércoles en el programa CBS Mornings.
Mendez afirmó que la agencia de inteligencia estadounidense desarrolló y utilizó máscaras que permitían a los agentes modificar no solo su rostro, sino también aparentar un cambio de género y etnia.
“La idea de una máscara que pudieras ponerte rápidamente y quitarte rápidamente era muy real”, dijo. “La usamos con cierta discreción, pero la usamos cuando la necesitábamos y obtuvimos grandes resultados”.
Según Mendez, la tecnología era lo suficientemente avanzada como para engañar incluso a altos funcionarios del gobierno estadounidense.
Durante una presentación ante el entonces presidente George H. W. Bush y asesores como Brent Scowcroft, Bob Gates y John Sununu, ninguno notó que Mendez estaba utilizando una máscara hasta que ella misma se la retiró.
“Nadie tenía idea hasta que me la quité”, relató. Agregó que solo el entonces director de la CIA, el juez William H. Webster, estaba al tanto de la demostración.
Jonna Mendez detalló que la fidelidad de las máscaras era tal que resultaba casi imposible detectar el disfraz, salvo en casos extremos.
“No lo notarías a menos que contaras un chiste realmente histérico y la persona no pudiera reírse histéricamente”, explicó. Si bien los disfraces tenían limitaciones, sí permitían gestos simples como una sonrisa.
La capacidad operativa de los agentes que usaban estas máscaras también era destacable. De acuerdo a Mendez, podían aplicarlas en condiciones poco favorables, incluso “en un estacionamiento, sin espejo y en la oscuridad”, y en apenas 10 segundos.
Al ser consultada sobre otros elementos de espionaje presentes en la saga cinematográfica, como los mensajes autodestructivos, Mendez fue más cauta.
“No sé si lo hemos intentado”, comentó. “Hay muchas maneras de transmitir un mensaje. La máquina explosiva es solo una, y creo que no lo hemos hecho. Tal vez aún no lo hemos dominado”, añadió.
Durante un evento de Masterclass celebrado el miércoles en el Festival de Cannes, el director y guionista Christopher McQuarrie reveló detalles sobre una de las secuencias más exigentes de Misión imposible 8, protagonizada por Tom Cruise.
En la escena, el actor pilota un biplano en solitario sobre el paisaje africano a una altitud de 10 mil pies. Según McQuarrie, el actor no solo actuó sin dobles, sino que además desempeñó funciones del equipo técnico.
“Está iluminando la toma con la posición del avión respecto al sol y está operando el enfoque fuera de cámara. Él es el equipo en cada toma que están viendo”, indicó.
La comunicación entre el director y el actor se realizaba mediante radio. Sin embargo, al llegar el momento más arriesgado, Cruise salió del cockpit y caminó por el ala del avión, una maniobra que un profesional de acrobacias aéreas había advertido que no debía realizar.
Pese a la advertencia, el cineasta aseguró que Tom Cruise simplemente respondió: “Gracias por su tiempo”, dejando claro que llevaría a cabo la acrobacia.
Una vez en la parte exterior del avión, la comunicación se limitó a señales manuales, pues Cruise no tenía radio. Para continuar supervisando, McQuarrie tuvo que abrir la puerta de su helicóptero y posicionarse en una repisa.
“Cuando dejas la cabina del avión, es como pisar la superficie de otro planeta”, relató el director. “El viento golpea a más de 140 millas por hora y las moléculas de aire están tan dispersas que, aunque respiras, no estás recibiendo oxígeno”.
Según McQuarrie, Mary Boulder, primera asistente de dirección, cronometraba el tiempo que Cruise podía permanecer en el exterior. “En unos 12 minutos, el agotamiento por el viento destruye todo el cuerpo, como si fueran dos horas en el gimnasio”, explicó.
A pesar de ello, Cruise superó ese límite. “Tom llegaba a los 12 minutos y yo me asomaba por la puerta del helicóptero, y él hacía la señal de ‘13 minutos’”.
La escena alcanzó un punto crítico cuando Tom Cruise, visiblemente agotado, no lograba reincorporarse. “Estaba recostado sobre el ala del avión, con los brazos colgando. No sabíamos si estaba consciente”, recordó Christopher McQuarrie.
La situación era aún más delicada porque el avión solo tenía combustible para tres minutos más de vuelo. “Habíamos volado livianos por las acrobacias requeridas. Y él había estado 20 minutos en el ala”, añadió.
Finalmente, Cruise logró introducir su cabeza en la cabina para reoxigenarse, volvió a entrar completamente y aterrizó el avión sin asistencia. “Nadie en la Tierra puede hacer eso”, concluyó McQuarrie.
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