Hay libros que se leen con los ojos, y otros que se sienten con el pecho. Mía y Max: El Timo para Niños, del Dr. Roch, pertenece a esta segunda categoría. No se trata de una historia infantil cualquiera, sino de un relato que parece susurrar: “Lo que sientes es importante. Está bien no entenderlo todo”.
José Gerardo González Rocha —conocido por muchos como Dr. Roch— ha dedicado su vida profesional a investigar el comportamiento humano, a guiar a personas y empresas en procesos de transformación emocional y liderazgo consciente. Sin embargo, este nuevo libro nace desde un lugar más íntimo: el de abuelo, el de ser humano que observa con humildad lo que una mirada infantil puede enseñarle.
El detonante fue simple, pero profundo: las noches de cuentos con sus nietas Inés y Emilia. En esos momentos, Roch notó que los relatos no eran solo una rutina para dormir. Eran un puente. Un espacio para sembrar algo más grande que palabras: conciencia. Y así, de forma casi orgánica, nació Mía y Max.
La historia sigue a dos niños que, como muchos, experimentan emociones intensas que no siempre saben nombrar. A través de pequeñas aventuras cotidianas, van descubriendo que dentro de ellos hay algo —o alguien— que les habla: el Timo. Este elemento simbólico, tomado de una glándula real que juega un papel clave en el desarrollo inmunológico durante la infancia, representa aquí una guía interna. Un lugar donde vive la sabiduría emocional que todos llevamos dentro.
Más que un personaje, el Timo es una metáfora. Una voz que ayuda a Mía y Max a entender que lo que sienten tiene valor, y que incluso cuando nadie más lo entiende, ellos pueden aprender a escucharse. La propuesta de Roch, lejos de ser simplista, es profundamente revolucionaria: ¿Y si educar emocionalmente fuera tan importante como enseñar a leer?
En un contexto global donde los problemas de salud mental comienzan a visibilizarse desde edades cada vez más tempranas, libros como este se vuelven herramientas poderosas. No solo porque validan la experiencia emocional del niño, sino porque invitan al adulto a acompañar desde la presencia, no desde la corrección.
“Mía y Max no está escrito para explicar nada. Está escrito para abrir conversaciones”, afirma el autor. Y eso se nota. El lenguaje es accesible pero respetuoso, las ilustraciones suaves, y cada escena propone un espacio de pausa: ¿qué siente el niño? ¿Cómo puede ponerlo en palabras? ¿Qué necesita?
Más allá del texto, el libro funciona como un recurso para padres, docentes, psicólogos y cuidadores que buscan nuevas formas de conectar con la infancia desde el respeto emocional. Puede leerse en casa antes de dormir, o en una clase para abrir un diálogo grupal. Pero también puede ser una oportunidad para que los adultos recordemos que muchas veces fuimos niños confundidos, con emociones que nadie nos ayudó a entender.
Dr. Roch no es un escritor de cuentos infantiles tradicional. Y quizá por eso este libro conecta tanto. No intenta aleccionar ni moralizar. No hay “niños buenos” o “niños malos”, sino niños reales, que sienten frustración, celos, miedo, tristeza, y también amor, ternura y gratitud. Todo eso cabe en la historia. Todo eso es bienvenido.
El libro también refleja una visión de liderazgo que el autor ha trabajado durante años en sus conferencias: un liderazgo que nace del interior, de conocerse, de validarse, de aceptarse. En Mía y Max, esa filosofía se traslada al universo infantil sin perder profundidad, pero ganando ternura.
Este no es un libro solo para niños. Es un libro para quienes se atreven a acompañar. Para quienes entienden que, más allá del rendimiento escolar o la disciplina, lo más importante que puede desarrollar un niño es su conexión con lo que siente.
“Mía y Max: El Timo para Niños” no solo propone una historia. Propone un nuevo modelo de crianza emocional, donde las respuestas no se imponen, sino que se descubren. Donde los errores no son fallas, sino oportunidades para conocerse mejor. Y donde el acto de leer juntos se transforma en un acto de amor y construcción de confianza.
En palabras del propio Dr. Roch: “Cuando un niño siente que lo que experimenta tiene un lugar seguro, no solo crece con seguridad. Crece con libertad”.
Y en estos tiempos, pocas cosas son más urgentes —y más revolucionarias— que eso.
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