Al realizar un hemograma completo, uno de los parámetros evaluados es el índice de distribución de los glóbulos rojos (RDW). Se trata de un valor que mide la variabilidad en el tamaño de los eritrocitos o glóbulos rojos. Cuando el resultado está por encima de 14,5 %, el diagnóstico es de anisocitosis.
Este diagnóstico significa que los glóbulos rojos de la sangre tienen un tamaño muy dispar entre sí. Por lo tanto, es indicativo de que hay alguna enfermedad de base, como la anemia.
De todas maneras, los valores del RDW por sí solos no son suficientes para sacar conclusiones. Es preciso una interpretación conjunta con otros criterios del análisis de sangre, como el recuento de plaquetas, la cantidad de glóbulos blancos y el volumen corpuscular medio (VCM).
Si bien es tu médico quien debe desglosar todas las mediciones para informarte sobre tu estado de salud, no está de más entender qué significa el resultado. ¡Sigue con la lectura para saberlo!
Tipos de anisocitosis
Hay varios tipos de anisocitosis, de acuerdo al tamaño promedio de los glóbulos rojos:
- Con microcitosis: al observar las células al microscopio, se nota que la mayoría son más pequeñas y delgadas que lo esperable. Es común en la deficiencia de hierro y en la anemia de células falciformes.
- Con macrocitosis: los glóbulos rojos se ven más grandes y ovalados que lo normal. Se relaciona con la anemia hemolítica, la deficiencia de vitamina B12, enfermedades hepáticas y el síndrome mielodisplásico.
- Mixta: sucede cuando coexisten glóbulos rojos pequeños (microcitos), grandes (macrocitos) y de tamaño estándar, debido a problemas simultáneos como deficiencia de hierro y vitamina B12.
Causas de la anisocitosis
La variabilidad del tamaño de los glóbulos rojos está relacionada con los trastornos que afectan la producción de estas células o que generan su deterioro. La mayor parte de las veces se explica por diferentes tipos de anemia, pero puede haber otras causas. Veamos.
Deficiencias nutricionales
La carencia de nutrientes, como el hierro (esencial para la síntesis de hemoglobina), el ácido fólico y la vitamina B12 (que intervienen en la división celular), afecta la producción de glóbulos rojos y origina células con tamaños variables.
En la falta de hierro, que es la causa principal de anemia ferropénica, los glóbulos rojos se forman más pequeños y menos funcionales. Algunas veces, en un intento por compensar la disminución de oxígeno a los tejidos, la médula ósea libera eritrocitos inmaduros más grandes.
Entre tanto, el déficit de vitamina B12 y ácido fólico, asociado con la anemia megaloblástica, lleva a una interrupción del proceso de maduración de los glóbulos rojos, lo que provoca su liberación prematura en tamaños desiguales.
Anemia hemolítica
La anemia hemolítica —que se puede presentar por genética, enfermedades autoinmunes, infecciones y otras razones— produce una destrucción prematura de los glóbulos rojos. Es decir, que se rompen en la sangre antes de que el cuerpo pueda reemplazarlos.
Esta situación genera una liberación excesiva de células sanguíneas inmaduras, que suelen ser más grandes que las normales (macrocitosis). A medida que se agrava, la médula ósea intenta compensar la situación con la producción de glóbulos rojos de tamaños variables (pequeños y grandes).
Talasemias
En este grupo de trastornos genéticos, la producción de hemoglobina resulta alterada. Por lo tanto, los glóbulos rojos tienden a liberarse defectuosos, tanto en tamaño como en forma. Es frecuente la microcitosis por la insuficiente cantidad de hemoglobina, pero, a veces, se manifiesta con macrocitosis.
Anemia de células falciformes
En esta enfermedad de origen genético se produce anisocitosis debido a la deformidad de los glóbulos rojos. Los mismos, en lugar de ser redondos y flexibles, tienen forma de hoz o media luna y son rígidos. Estas características producen la destrucción prematura.
La médula ósea intenta responder a la degradación con la fabricación de glóbulos de manera acelerada e ineficiente. Entonces, da lugar a una variedad de tamaños y formas.
Síndrome mielodisplásico
Es un tipo de cáncer en la sangre, poco común, en el que la médula ósea es incapaz de producir suficientes glóbulos rojos sanos. A veces, se liberan de forma prematura las células, cuando aún son inmaduras, lo que hace que sean más grandes (macrocitosis). Otras veces, hay producción insuficiente de hemoglobina, que hace que sean más pequeñas (microcitosis).
Enfermedades crónicas
Varias enfermedades crónicas de carácter inflamatorio o autoinmune alteran la producción normal de glóbulos rojos y generan variaciones en su tamaño. Entre las más comunes tenemos a las siguientes:
- Trastornos relacionados con la tiroides.
- Enfermedades cardiovasculares.
- Lupus eritematoso sistémico.
- Insuficiencia renal crónica.
- Enfermedades hepáticas.
- Diabetes mellitus.
- Cáncer.
Reacción secundaria por medicamentos
Algunos medicamentos, como los utilizados en quimioterapia, son citotóxicos y afectan la producción de células sanguíneas en la médula ósea. Así, los glóbulos rojos pueden verse más pequeños o dañados (microcitos), más grandes (macrocitos) o mixtos.
Ciertas veces, los fármacos causan daños directos en los glóbulos rojos (destrucción prematura) y, por lo tanto, ocurre una liberación de células inmaduras de tamaños desiguales. En cualquier caso, la susceptibilidad a las reacciones adversas varía en cada paciente y depende de la dosis, el tiempo de administración y el estado de salud general.
Otros fármacos que pueden derivar en anemia y anisocitosis son los siguientes:
- Antibióticos, como las cefalosporinas y la penicilina.
- Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) en uso prolongado.
- Betabloqueantes e inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA).
¿Cómo se confirma la anisocitosis?
La anisocitosis, por sí misma, no causa síntomas. Solo es una referencia en los análisis de sangre para indicar que los glóbulos rojos tienen un tamaño variable entre sí.
En caso de anemia, que constituye la causa más frecuente de anisocitosis, podrá experimentarse debilidad, fatiga, piel pálida y dificultad para respirar. Si ante los síntomas se solicitó un laboratorio sanguíneo y se encontró el valor de RDW elevado, entonces el médico podrá indicar un frotis de sangre para confirmación.
En esta prueba complementaria, se extiende una fina capa de la muestra de sangre en un portaobjetos de vidrio estéril. Luego, se tiñe y se observa en el microscopio. El bioquímico puede, a través de la observación directa, evaluar la forma de los glóbulos rojos, el tamaño y su color. Con esta información, determinará si existe anisocitosis.
¿Qué puedes hacer si tienes anisocitosis?
Lo primero es mantener la calma. Si bien puede ser preocupante, la anisocitosis es solo un indicio de un posible trastorno subyacente. Espera a que el médico interprete el hemograma completo o haga un diagnóstico definitivo.
El tratamiento varía en función de la causa. Puede incluir un aumento del consumo de hierro, vitamina B12 y ácido fólico en casos de deficiencias, o la administración de suplementos o medicamentos prescritos por un profesional.
Si hay una causa compleja, como cáncer en la sangre, trastornos genéticos o afecciones crónicas, es posible considerar otras opciones terapéuticas. De todos modos, si la afección de base no es reversible, los glóbulos rojos seguirán teniendo tamaños desiguales, aunque los síntomas mejoren.
Tú puedes contribuir a tu salud general con hábitos para incrementar los glóbulos rojos, como los siguientes:
- Ejercicio físico moderado.
- Descanso y sueño reparador.
- Hidratación óptima, priorizando el consumo de agua.
- Suspensión de hábitos perjudiciales, como el uso de alcohol y tabaco.
- Dieta balanceada, abundante en frutas, verduras, proteínas magras y cereales integrales.
La anisocitosis es solo una parte de la historia
La presencia de células sanguíneas de diferentes tamaños en un análisis de sangre no debe tomarse a la ligera. Suele indicar trastornos sanguíneos u otras enfermedades que requieren atención.
Sin embargo, la anisocitosis detectada es solo una pequeña parte de la evaluación necesaria para llegar a un diagnóstico. Es el médico quien puede confirmar la causa subyacente y considerar los otros valores del estudio sanguíneo, además de la historia clínica, los síntomas y el estilo de vida. Solo a través del enfoque integral es posible establecer qué hay detrás de la alteración.
Con información de Mejor con Salud